Los compuestos orgánicos volátiles (COV) o gases mixtos son compuestos orgánicos volátiles que se evaporan fácilmente y pueden tener un impacto significativo en el bienestar y la salud de las personas. Los síndromes conocidos van desde la fatiga y los dolores de cabeza hasta la irritación ocular y los mareos. A diferencia del contenido de CO2 del aire interior, la mayoría de los COV pueden ser percibidos por el ser humano a través de su olor, aunque incluso los COV de olor "agradable" pueden ser potencialmente peligrosos para la salud. Las fuentes típicas de COV son los revestimientos de suelos y paredes, las pinturas y adhesivos, el mobiliario y los equipos de oficina, así como las plantas, los productos de limpieza y los perfumes.

Nuestros sensores de calidad del aire AERASGARD detectan el contenido de COV en el aire ambiente mediante un elemento de medición que reacciona a las moléculas de COV en su superficie y tiene una sensibilidad muy baja a influencias potencialmente perturbadoras como la temperatura y la humedad. La carga de COV del aire de la sala se emite como un valor medido para el clima de la sala en porcentaje. Se recomienda ventilar la sala si el nivel de COV supera el 60%.

El dióxido de carbono (CO2) es un compuesto gaseoso incoloro e inodoro formado por carbono y oxígeno que está presente en el aire natural a un nivel aproximado del 0,04% (400 ppm). El CO2 se libera tanto al quemar materiales que contienen carbono como al espirar. Si la proporción de CO2 en el aire ambiente es demasiado elevada, disminuyen tanto el bienestar como la capacidad de concentración. El contenido de CO2 también se considera un indicador indirecto de la proporción de aerosoles potencialmente cargados de virus en las habitaciones. Por tanto, la medición del valor de CO2 sirve de base para un suministro oportuno de aire fresco con el fin de prevenir estos riesgos. El valor umbral recomendado para la ventilación es de 1000 ppm.
Los sensores de calidad del aire AERASGARD para CO2 funcionan con un sensor infrarrojo no dispersivo que utiliza la propiedad atenuadora del CO2 para la luz en el rango de longitud de onda de 4,26 µm para determinar la concentración de CO2, véase tecnología NDIR.

Los sensores NDIR para CO2 constan de un sistema de medición con una fuente de luz, una trayectoria de medición y un receptor con un filtro. El filtro está calibrado para que sólo transmita luz en el rango de longitud de onda de 4,26 µm, que a su vez suele ser atenuada por las moléculas de CO2 a lo largo del trayecto de medición. El sensor determina esta atenuación y la convierte en ppm de CO2.

Todos los sensores de calidad del aire AERASGARD para CO2 de S+S están equipados con un sensor NDIR de larga duración que se recalibra automáticamente al valor básico de 400 ppm (contenido normal de CO2 en el aire exterior) a intervalos regulares. Detectan la concentración de CO2 en el aire ambiente hasta valores de 3000 a 5000 ppm.

Dado que un sensor NDIR para CO2 mide selectivamente sólo la atenuación de la luz por las moléculas de CO2, no puede detectar moléculas de COV. El CO2 es un compuesto inorgánico. Por otro lado, un sensor de COV sólo reacciona ante gases orgánicos mezclados y, por tanto, no detecta moléculas de CO2.

Sin embargo, ambos valores -el contenido de CO2 y COV- suelen ser decisivos para un clima interior confortable. Los métodos de conversión o derivación de ambos valores han demostrado ser inadecuados en la práctica y se consideran irritantes. Por ello, la gama AERASGARD de sensores de calidad del aire de S+S incluye varios dispositivos multifuncionales que están equipados tanto con un sensor NDIR para CO2 como con un sensor de COV.

El polvo se divide en partículas de tamaño normalizado como polvo grueso, fino y ultrafino. El polvo fino o "materia particulada" (PM) es polvo inhalable con un diámetro aerodinámico de partícula inferior a 10 µm. La designación internacional PM10 se ha establecido para ello. Las partículas respirables están presentes a partir de 2,5 µm o menos (PM2,5), y las ultrafinas a partir de 0,1 µm o menos.

El polvo fino en las habitaciones lo producen los sistemas de calefacción de aceite y madera, el humo del tabaco y el amianto, así como las aspiradoras sin filtro y el tóner de las fotocopiadoras o impresoras láser, y también las esporas de hongos y las plantas. Puede provocar enfermedades cardiovasculares, oncológicas y respiratorias agudas y crónicas. En la Unión Europea, se prescribe un valor medio máximo en 24 horas de 50 µg/m³ para el aire exterior. En interiores, sin embargo, los valores suelen ser muchas veces superiores.

Varios sensores de calidad del aire AERASGARD también están equipados con un sensor de polvo fino para incorporar la contaminación por polvo fino a la regulación de un clima interior controlado lo más saludable posible.